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Trump suaviza su postura: podría ajustar los aranceles a China mientras los vendedores estadounidenses luchan por sobrevivir

Tras varias rondas de aumentos arancelarios a China, el expresidente Donald Trump insinuó inesperadamente que podría reducirlos, alegando que la presión constante podría paralizar el comercio entre ambos países.

Aunque el tono de Trump ha cambiado, sus palabras siguen siendo ambiguas. Al decir que “podría” bajar los aranceles, deja amplio margen para interpretaciones. No ha renunciado del todo a presionar a China y continúa instando a otros países a limitar sus lazos comerciales con Pekín.

Este giro se produce en medio de una fuerte presión interna. Desde la Reserva Federal hasta grandes minoristas, gobiernos estatales y economistas, las críticas no han cesado. El alza de aranceles ha disparado los costos, reducido las ventas y provocado despidos, afectando gravemente a muchas empresas estadounidenses.

California incluso ha demandado al gobierno federal. Su gobernador culpó a los aranceles de interrumpir las cadenas de suministro, aumentar los precios y causar pérdidas millonarias al estado. Según Goldman Sachs, represalias por parte de otros países podrían reducir el PIB estadounidense hasta en 83 mil millones de dólares.

A pesar del cambio de tono, el rumbo político de Trump sigue sin estar claro.


Los vendedores locales, duramente golpeados y al borde del colapso

Aproximadamente el 70% de los productos en Amazon provienen de China. Muchos vendedores estadounidenses importan productos a granel y deben asumir por completo los aranceles, a diferencia de algunos vendedores extranjeros que utilizan métodos como el envío con impuestos incluidos o declaraciones de valor reducido para evitar costes elevados.

Con costos operativos, laborales y de servicios públicos más altos, los vendedores estadounidenses están en clara desventaja. Por ejemplo, Dusty, una vendedora de California, dice que su almacén está lleno de productos que no puede vender debido a los nuevos aranceles.

Otro caso es el de Casey, quien facturó 5 millones de dólares el año pasado. Este año, espera pagar más de 190.000 dólares en aranceles por un solo envío, cuando antes pagaba apenas 4.700. Es probable que tenga que despedir a la mitad de su equipo.

Incluso marcas reconocidas como MGA, fabricante de las muñecas Bratz y L.O.L. Surprise, están bajo presión. En solo dos semanas, pagaron casi 10 millones de dólares en aranceles y ahora planean retrasar lanzamientos de nuevos productos y aumentar precios: una muñeca que costaba 15 dólares podría llegar a valer 30.

Fabricantes como Tarptent Inc., que dependen en gran medida de proveedores en China y Vietnam, han detenido su producción internacional. El presidente de la empresa admite que no sabe qué hacer a continuación.

Un informe de PYMNTS Intelligence muestra que casi una de cada cinco pequeñas empresas es pesimista sobre su futuro a cinco años. Entre las que no tienen acceso a financiación, el 13% cree que no podrá sobrevivir los próximos dos años.

La agresiva política arancelaria de Trump ha causado un daño considerable a las empresas estadounidenses. Incluso si decide dar marcha atrás, el impacto ya podría ser irreversible.