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La nueva política de aranceles recíprocos de Trump: shocks de mercado y contramedidas internacionales

El 2 de abril, el presidente de EE. UU., Donald Trump, firmó dos órdenes ejecutivas en la Casa Blanca, lanzando oficialmente la política de los llamados «aranceles recíprocos». Según esta política, Estados Unidos impondrá un arancel mínimo del 10% a todos sus socios comerciales, con tasas más altas aplicadas a ciertos países y regiones.

Durante una conferencia de prensa en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, Trump explicó que los «aranceles recíprocos» no son completamente equivalentes. Dijo que EE. UU. cobrará aproximadamente la mitad de lo que otros países nos cobran y, para aquellos que no favorecen a EE. UU., también se tomarán en cuenta costos adicionales como barreras no monetarias. En términos específicos, los productos importados de otros países estarán sujetos a un arancel mínimo del 10%.

Trump mostró un gran cartel que detallaba las tasas arancelarias impuestas a varios socios comerciales. El cartel indicaba que los productos importados del Reino Unido, Brasil y Australia estarían sujetos a un arancel del 10%; los de Filipinas e Israel pagarían un 17%, la Unión Europea un 20%, Japón un 24%, Corea del Sur un 25%, India un 26%, Sudáfrica un 30%, Suiza un 31%, Indonesia un 32%, Sri Lanka un 44%, Vietnam un 46% y Camboya hasta un 49%.

Además, anunció que, a partir del día 3, EE. UU. impondrá un arancel del 25% a todos los automóviles importados fabricados en el extranjero. Esta medida no solo afectará a los vehículos completos, sino también a componentes clave como motores, transmisiones, baterías de iones de litio y piezas más pequeñas como neumáticos, amortiguadores y cables de bujías. Se espera que los aranceles sobre las piezas de automóviles entren en vigor a más tardar el 3 de mayo. Asimismo, Trump mencionó que las computadoras importadas, incluidas las laptops y las de escritorio, estarán sujetas a un arancel del 4%.

Trump enfatizó que estas medidas están destinadas a revitalizar la industria manufacturera estadounidense, asegurando que traerán de vuelta empleos y fábricas al país. Según la Casa Blanca, el arancel base del 10% entrará en vigor el 5 de abril, mientras que las tasas más altas para ciertos socios comerciales comenzarán a aplicarse el 9 de abril.

El anuncio de esta política provocó reacciones inmediatas en el mercado. Tras la declaración de Trump, el dólar estadounidense cayó un 1% frente al euro, y en las horas previas, los mercados bursátiles estadounidenses experimentaron una gran volatilidad: los futuros del Nasdaq cayeron un 2.4% y los futuros del S&P 500 descendieron un 1.6%, lo que refleja la preocupación de los inversores sobre el desempeño futuro del mercado.

Al mismo tiempo, varios economistas advirtieron que la política arancelaria de Trump podría aumentar la inflación en EE. UU. y debilitar la confianza del consumidor. Bruce Kasman, economista jefe global de JPMorgan Chase, expresó preocupaciones sobre la economía estadounidense en marzo y elevó la probabilidad de una recesión este año al 40%, frente al 30% previsto inicialmente. Un análisis del Laboratorio Presupuestario de la Universidad de Yale indicó que, si otros países no toman represalias, los precios del consumo personal en EE. UU. podrían aumentar un 1.7% a corto plazo, y el crecimiento del PIB real disminuiría en 0.6 puntos porcentuales; si se implementan represalias, la inflación podría aumentar hasta un 2.1% y el crecimiento del PIB se reduciría en 1 punto porcentual.

En respuesta, la Unión Europea y varios socios comerciales clave de EE. UU. han indicado que tomarán medidas de represalia. El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, criticó la política de Trump por carecer de lógica y violar la base de la cooperación bilateral; el líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, comentó con ironía que para EE. UU., hoy es más un «Día del Rencor» que un «Día de la Liberación»; y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que la imposición de aranceles generalizados solo agravará las tensiones comerciales internacionales. Los líderes de Canadá y México también han discutido estrategias para contrarrestar lo que consideran acciones comerciales «irrazonables» de EE. UU. El canciller alemán Olaf Scholz, en un discurso durante la Feria Industrial de Hannover en marzo, subrayó que el libre comercio es la base de la prosperidad global y advirtió que las políticas proteccionistas de EE. UU. solo aumentan la incertidumbre mundial y, en última instancia, perjudican a todos los países, incluida la propia EE. UU.

En general, aunque las medidas arancelarias de Trump buscan revitalizar la manufactura estadounidense, los posibles efectos en cadena y las represalias internacionales podrían tener consecuencias de gran alcance en el comercio global y en la propia economía de EE. UU.